Este último fin de semana pasado, el del Padre, como yahosé contado estuve en Madrid y fui de visita al Museo del Prado. Fui con un amigo pintor, también hartista como el Muá, y que tras mis anteriores sabias lecturas del bloj, y tras la visita al Museo del Harte del Paseo del Prado, lo que de verdad quiere ser ahora, es hartesano. Es un personaje peculiar, este amigo mío que os quiero presentar, pues es digno de sutil atención. Tras su chantajista beneplácito para su presentación en Sociedad (solo me costó invitarle a todas las cañas que nos tomamos, que de todas formas es lo que iba a pasar, pues con la excusa de que está en el paro, siempre lleva los bolsillos llenos de lapices, sacapuntas y libretas pa dibujar, pero euros "como aún se hace un lío", no quiere y suele llevar pesetas, con lo cual no paga nunca); y ya que también he hablado a menudo de él como pintor, os paso el enlace de su pagina web para que veáis lo que es arte (¡¡del bueno????), y con fundamento: (arte emocional, cómo el mismo lo autodefine pero otro día le dejaré a él que explique qué coños es eso pues loques a mí me parece demasiado profundo para ser arte). Desde aquí, mi querido amigo, reiterarte desde mi desconocimiento y humilde opinión (cosa rara en mi, ya sabes¡¡¡), que pienso quel harte es mas sencillo que eso de la introspección pasada y presente del alma para plasmarlo en la pintura y talital. Quizás se podría llamar Psicoharte, o que pintas lo que te come el coco en el momento ,pero como ya digo, tocas una rama de la expresion pictórica que se me escapa, pues yo de psicología y psicoanálisis se lo básico (a lo único que llego es a lo del test de Rochard; eso de que te enseñan un borrón de tinta y que te enseñen el borrón que te enseñen, lo único que yo veo es el coño de Laura en sus diferentes estados de animo. ¡¡del coño, de ella nunca logro saberlo¡¡¡¡). Mas aun, definiéndose como pintor, no vive de la pintura. Es mas, creo que no ha vendido un cuadro en su puta vida, pues tiene la peculiar y sugestiva forma de pensar que un cuadro es como un hijo y cada vez que le surge una lejana, u próxima oportunidad de una posible venta, siempre se busca las triquiñuelas para que no prospere la operación comercial. Es un romántico, pero de los de verdad. Mas aparte de esta peculiar forma de ver el oficio de pintor como una paternidad, es un tío muy lucido y que me encanta hablar de arte con él, porque lo que si tiene es el don de la clarividencia, de la objetividad intrínseca, y de la opinión premonitoria. Fumador ocasional de puros Habanos (pues solo fuma cuando yo le llevo alguno), y ademas le gusta el furbol que como yo, piensa que es un arte; y si hay algo en el mundo artístico que le parece una mierda lo dice, lo asume, y explicita que será arte pero ques una mierda.Para cos hagáis una idea, es el único artista-colega de gremio que me he encontrado en mis muchos años de Bellas Artes, que como a mi no le gusta Francisco de Goya (y eso, como explicaré otro día tiene su valor).
Un tipo curioso el Javier Dugnol este. Ahora que me permite sacarle del anonimato iré republicando alguna obra suya en el bloj (cal final es lo que quiere), pero ya poniendo su autoría que se le merece, y juzgáis por vosotros mismos, pues el pobre hombre esta en crisis permanente sobre si lo que hace merece la pena o no, y es por lo que no se atreve a dar el salto definitivo a la fama. Lo voy a contratar como ayudante, pues como esta la cosa de chunga y como a Helmutt le están saliendo mas proyectos en España, de vez en cuando nos hace falta un ayudante machaca y que se le de bien la fotografía para los reportajes; y así le doi un poco de vidilla pues entre colegas hay que echarse una mano. Y también para animar el cotarro nocturno, pues la verdad que Helmutt, en su condición de anglosajón es mas soso que una cascara de chirla en una paella, y las veladas de marcha que me paso con él cuando estamos de trabajo son para no recordarlas .
A Dugnol le conozco desde hace mucho, de cuando la mili se hacia con lanza de punta paleolítica y no es un aforismo, o metáfora, o sinéresis, pues nos conocimos en la mili de cuando la mili aun era la mili, y no ahora que debe ser como una temporada de trabajador social. Yo llegaba al cuartel mas acojonado que Jesús en Semana Santa. Acababa de terminar la carrera con mas años que Matusalén, y para colmo me alisté (mal aconsejado) para ir de alférez, que desde fuera parece que es la hostia pero que una vez dentro, en el ajo, te das cuenta que has echo el canelo que te cagas. La mili entonces era una cosa así como seria donde te hacías un hombre; pero un hombre de pelo en pecho de verdad y no como hoy que no hay mas que maricones y sensibles por donde vayas. Sobre la clase de hombre que te hacías (aparte de lo de los pelos en el pecho) no entro a valorar, (es entrar en demagogia), pero que salias hecho un macho machote (ya fuera a base de hostias) estaba claro y así se cumplía su finalidad. Ir de alférez, para quien no lo sepa, es una cosa que solo podías hacer siendo licenciado en algo, pues habías aplazado la "carrera militar" por la carrera del estudio, y lo asombroso es que cuando ya ibas, era de oficial, que para los que no sepáis de que va el tema, era mucho muchísimo, pero que mucho mucho. Tenías por debajo de ti, no solo a la soldadesca chúsmica variada del reemplazo, sino incluso a los suboficiales (sargentos y brigadas con mas años que quince Matusalenes juntos y que tenían los pelos del culo podridos de tanta vida militar que llevaban). Y entonces llegabas tú, un niñato de ciudad con las manos de la Nancy y voz de mariquita a darlos ordenes, y a putearlos, como se te estaba obligado por los que tenias por encima, y que si no lo hacías te puteaban a ti; y eso era una putada, pues la verdad es que no querías putear a nadie, y al final el mas puteado siempre eras tú, pues las ordenes en el ejercito había que cumplirlas si o si. La cosa en aquellos tiempos era seria, y yo, como digo, navegaba entre los dos mares turbulentos de mi conciencia e instinto de supervivencia. Por un lado la oficialidad de mi rango y mi predisposición a mandar y marcar paquete; y por otro, mi tendencia natural de que yo estaba allí para pasar el tramite y no me gustaba tener que putear, ni siquiera mandar a nadie. Pero a veces muy a mi pesar, tenia que mandar al brigada (échale cojones), o a veces putear a algún soldadito, que por cierto, que igual que los suboficiales, también ellos me veían como un petimetre y me tenían un gato que paqué. Asinque mi experiencia militar fue un verdadero calvario, de comecocos, incertidumbres y noches de insomnio en las que pensaba pegarme un tiro, o pegarselo a cualquiera y terminar la mili de una puta vez en una prisión militar, pero a solas. Pero dentro de todo infierno sueles encontrarte una perla, y yo me encontré con el Dugnol, que siendo soldado raso y luego que le hicieron cabo, tuvimos que compartir vehículo, misiones y destino y así engendramos una gran amistad. Tanto es así, que siendo como era de clase social militar básica y por tanto de aquel submundo ajeno a mí, fue el enlace que me llevo de la mano a la cochambrosa cantina como invitado, me presento como un tío legal aunque fuera alférez, y me abrió al resto del genero humano existente, que no es por nada, pero que gusto andar con la chusma en lugar de pavonearme ante la oficialidad del bar de oficiales (puajjj¡¡¡¡). También recuerdo que había un menda de Valladolid que como yo, había aplazado la mili para terminar la carrera, pero que a diferencia mía, no había caído en la trampa y fue de soldadito. A lo mas que llegó fue a cabo y es que en la mili había la sana costumbre de quien tuviera el rankin de haberse leído algún libro que no fuera una novela del oeste le hacían cabo. Por lo de la suprema inteligencia del poder de la lectura. Pues este hombre, Dios lo tenga en su gloria, ante tanta tontería como había por el mundo (ya por aquel entonces, y no digo más que el Suárez estaba empezando) formó el P.S.C., al cual nos adherimos en seguida en acto inaugural a base de calimocho y tortilla francesa, el Dugnol, el Miquelangelo, el Fitipaldi, el Chuculata, y el Enano Gruñon, y un servidor, claro¡¡¡ y formamos una especie de grupúsculo de intelectualidad dentro de aquel, tan inmenso mar de lagrimas. Ademas de que el Miquelangelo era experto en artes marciales, el Fitipaldo era leñador de los Altos Pirineos con 190 cms. de músculos, el Enano Gruñón era estibador en los puertos de Galicia y de una hostia rompía una pared de ladrillo, y Chuculata y Dugnol no eran nada pero caían bien, pues que no habia Dios que nos dijera una palabra, y yo podía desenvolverme sin pesadumbre entre mi cargo y mi carga. He de aclarar que el P.S.C. tenia que ver con política lo mismo que la mili con el arte, osea nada. El P.S.C. era el Partido del Sentido Común, donde la mayor y única máxima ya os podréis imaginar cual era, dentro de aquellos turbulentos tiempos. Mas de todos los de la pandilla, los calfinal nos hicimos almas gemelas en mitad de la absurdidad de la mili, por el amor al arte y a la vida placentera y filosófica-espiritual, fuimos el Dugnol (Javi para mí), y el alférez Pringado (que mucho San Blas pero que allí se me bajaron los humos). Pero nada de mariconería eh?; que los dos estábamos al igual quel resto de la tropa a paja diaria (pues Laura, en mitad de una crisis existencial, decidió irse a mas de 1.000 kilómetros de aquí-allí, y no la olí ni el pelo en los 14 meses que duro el evento).
Pues enlazando, (pues al final me he puesto nostálgico y no se donde he ido a parar), con lo de la absurdidad y lo del fin de semana museistico-cultureta que me he pasado en Madrid, tras salir del Prado contentísimos con la exposicion "El arte y el poder del arte para tener poder", sulibeyados por los Tizianos varios, decidimos irnos de cañas y andando, andando, cuesta abajo que "cuesta" menos, aparecimos sin querer en el Reina Sofia y que ante las advertencias apocalípticas del Dugnol para que no entrara, como hacía tanto que no lo pisaba me dio el gusanillo y lo hice: entré. Y ahora estoy en condiciones de aseguraros que ir al Reina Sofia, o a cualquier otro lado de arte contemporáneo tras haber pasado por el Prado es como tomarte unas tapas de Jabugo y rabo de toro con un gran reserva, y después de postre una hamburguesa de mierda de cualquier Brugrer Quin con café de maquina. Cos salís a vomitar o es que no tenéis ni puta idea de arte.
Tiziano "forever", Pantoja de la Cruz "mon amour", Velazquez "we are the champions", Reina Sofia "que te den por culo" (Picasso incluido).
Dedicado al Javi con amor: aquel romántico militar de carrera (del galgo) que me sacó del pozo y que le dio luz a mi vida
- ¿Qué os decía yo? ¿Hay o no hay agilipollaos en el mundo del arte?
Un tipo curioso el Javier Dugnol este. Ahora que me permite sacarle del anonimato iré republicando alguna obra suya en el bloj (cal final es lo que quiere), pero ya poniendo su autoría que se le merece, y juzgáis por vosotros mismos, pues el pobre hombre esta en crisis permanente sobre si lo que hace merece la pena o no, y es por lo que no se atreve a dar el salto definitivo a la fama. Lo voy a contratar como ayudante, pues como esta la cosa de chunga y como a Helmutt le están saliendo mas proyectos en España, de vez en cuando nos hace falta un ayudante machaca y que se le de bien la fotografía para los reportajes; y así le doi un poco de vidilla pues entre colegas hay que echarse una mano. Y también para animar el cotarro nocturno, pues la verdad que Helmutt, en su condición de anglosajón es mas soso que una cascara de chirla en una paella, y las veladas de marcha que me paso con él cuando estamos de trabajo son para no recordarlas .
A Dugnol le conozco desde hace mucho, de cuando la mili se hacia con lanza de punta paleolítica y no es un aforismo, o metáfora, o sinéresis, pues nos conocimos en la mili de cuando la mili aun era la mili, y no ahora que debe ser como una temporada de trabajador social. Yo llegaba al cuartel mas acojonado que Jesús en Semana Santa. Acababa de terminar la carrera con mas años que Matusalén, y para colmo me alisté (mal aconsejado) para ir de alférez, que desde fuera parece que es la hostia pero que una vez dentro, en el ajo, te das cuenta que has echo el canelo que te cagas. La mili entonces era una cosa así como seria donde te hacías un hombre; pero un hombre de pelo en pecho de verdad y no como hoy que no hay mas que maricones y sensibles por donde vayas. Sobre la clase de hombre que te hacías (aparte de lo de los pelos en el pecho) no entro a valorar, (es entrar en demagogia), pero que salias hecho un macho machote (ya fuera a base de hostias) estaba claro y así se cumplía su finalidad. Ir de alférez, para quien no lo sepa, es una cosa que solo podías hacer siendo licenciado en algo, pues habías aplazado la "carrera militar" por la carrera del estudio, y lo asombroso es que cuando ya ibas, era de oficial, que para los que no sepáis de que va el tema, era mucho muchísimo, pero que mucho mucho. Tenías por debajo de ti, no solo a la soldadesca chúsmica variada del reemplazo, sino incluso a los suboficiales (sargentos y brigadas con mas años que quince Matusalenes juntos y que tenían los pelos del culo podridos de tanta vida militar que llevaban). Y entonces llegabas tú, un niñato de ciudad con las manos de la Nancy y voz de mariquita a darlos ordenes, y a putearlos, como se te estaba obligado por los que tenias por encima, y que si no lo hacías te puteaban a ti; y eso era una putada, pues la verdad es que no querías putear a nadie, y al final el mas puteado siempre eras tú, pues las ordenes en el ejercito había que cumplirlas si o si. La cosa en aquellos tiempos era seria, y yo, como digo, navegaba entre los dos mares turbulentos de mi conciencia e instinto de supervivencia. Por un lado la oficialidad de mi rango y mi predisposición a mandar y marcar paquete; y por otro, mi tendencia natural de que yo estaba allí para pasar el tramite y no me gustaba tener que putear, ni siquiera mandar a nadie. Pero a veces muy a mi pesar, tenia que mandar al brigada (échale cojones), o a veces putear a algún soldadito, que por cierto, que igual que los suboficiales, también ellos me veían como un petimetre y me tenían un gato que paqué. Asinque mi experiencia militar fue un verdadero calvario, de comecocos, incertidumbres y noches de insomnio en las que pensaba pegarme un tiro, o pegarselo a cualquiera y terminar la mili de una puta vez en una prisión militar, pero a solas. Pero dentro de todo infierno sueles encontrarte una perla, y yo me encontré con el Dugnol, que siendo soldado raso y luego que le hicieron cabo, tuvimos que compartir vehículo, misiones y destino y así engendramos una gran amistad. Tanto es así, que siendo como era de clase social militar básica y por tanto de aquel submundo ajeno a mí, fue el enlace que me llevo de la mano a la cochambrosa cantina como invitado, me presento como un tío legal aunque fuera alférez, y me abrió al resto del genero humano existente, que no es por nada, pero que gusto andar con la chusma en lugar de pavonearme ante la oficialidad del bar de oficiales (puajjj¡¡¡¡). También recuerdo que había un menda de Valladolid que como yo, había aplazado la mili para terminar la carrera, pero que a diferencia mía, no había caído en la trampa y fue de soldadito. A lo mas que llegó fue a cabo y es que en la mili había la sana costumbre de quien tuviera el rankin de haberse leído algún libro que no fuera una novela del oeste le hacían cabo. Por lo de la suprema inteligencia del poder de la lectura. Pues este hombre, Dios lo tenga en su gloria, ante tanta tontería como había por el mundo (ya por aquel entonces, y no digo más que el Suárez estaba empezando) formó el P.S.C., al cual nos adherimos en seguida en acto inaugural a base de calimocho y tortilla francesa, el Dugnol, el Miquelangelo, el Fitipaldi, el Chuculata, y el Enano Gruñon, y un servidor, claro¡¡¡ y formamos una especie de grupúsculo de intelectualidad dentro de aquel, tan inmenso mar de lagrimas. Ademas de que el Miquelangelo era experto en artes marciales, el Fitipaldo era leñador de los Altos Pirineos con 190 cms. de músculos, el Enano Gruñón era estibador en los puertos de Galicia y de una hostia rompía una pared de ladrillo, y Chuculata y Dugnol no eran nada pero caían bien, pues que no habia Dios que nos dijera una palabra, y yo podía desenvolverme sin pesadumbre entre mi cargo y mi carga. He de aclarar que el P.S.C. tenia que ver con política lo mismo que la mili con el arte, osea nada. El P.S.C. era el Partido del Sentido Común, donde la mayor y única máxima ya os podréis imaginar cual era, dentro de aquellos turbulentos tiempos. Mas de todos los de la pandilla, los calfinal nos hicimos almas gemelas en mitad de la absurdidad de la mili, por el amor al arte y a la vida placentera y filosófica-espiritual, fuimos el Dugnol (Javi para mí), y el alférez Pringado (que mucho San Blas pero que allí se me bajaron los humos). Pero nada de mariconería eh?; que los dos estábamos al igual quel resto de la tropa a paja diaria (pues Laura, en mitad de una crisis existencial, decidió irse a mas de 1.000 kilómetros de aquí-allí, y no la olí ni el pelo en los 14 meses que duro el evento).
Pues enlazando, (pues al final me he puesto nostálgico y no se donde he ido a parar), con lo de la absurdidad y lo del fin de semana museistico-cultureta que me he pasado en Madrid, tras salir del Prado contentísimos con la exposicion "El arte y el poder del arte para tener poder", sulibeyados por los Tizianos varios, decidimos irnos de cañas y andando, andando, cuesta abajo que "cuesta" menos, aparecimos sin querer en el Reina Sofia y que ante las advertencias apocalípticas del Dugnol para que no entrara, como hacía tanto que no lo pisaba me dio el gusanillo y lo hice: entré. Y ahora estoy en condiciones de aseguraros que ir al Reina Sofia, o a cualquier otro lado de arte contemporáneo tras haber pasado por el Prado es como tomarte unas tapas de Jabugo y rabo de toro con un gran reserva, y después de postre una hamburguesa de mierda de cualquier Brugrer Quin con café de maquina. Cos salís a vomitar o es que no tenéis ni puta idea de arte.
Tiziano "forever", Pantoja de la Cruz "mon amour", Velazquez "we are the champions", Reina Sofia "que te den por culo" (Picasso incluido).
Dedicado al Javi con amor: aquel romántico militar de carrera (del galgo) que me sacó del pozo y que le dio luz a mi vida
- ¿Qué os decía yo? ¿Hay o no hay agilipollaos en el mundo del arte?
- Pero ¿Qué sabrás tú de arte, alelao, si solo eres un puto perro?
Avanzaba la mañana, y el calor era ya como una escultura, iba consumiendo el espacio como una escultura; el esfumado del horizonte, espesísimo, cargado de todos esos violetas sucios que se levantan de lo lagunoso, parecía un barro , un barro que luchara por una especie de liberación. Yo sabia que aquello no era Castellón de la Plana, sino Venecia, pero los elementos de un paisaje y otro son tan parecidos, que tuve como una extraña sensación de rima, de ley de la rima; era ese sentimiento contradictorio, o doble, combinado de gozo y de tristeza, que tenemos al descubrir lo semejante, ya que allí encontramos una prueba de cierta hermandad del mundo, de un lazo fraterno sobre las cosas del mundo, pero también encontramos una prueba de sus limites, de su redondez cerrada e inexorable, de su agobiante perfección. Me sabia en uno de esos momentos cruciales en que dentro de nosotros se cumple algo muy decisivo, algo que se nos manifiesta mas bien como una sordera, como una ignorancia.
Avanzaba la mañana, y el calor era ya como una escultura, iba consumiendo el espacio como una escultura; el esfumado del horizonte, espesísimo, cargado de todos esos violetas sucios que se levantan de lo lagunoso, parecía un barro , un barro que luchara por una especie de liberación. Yo sabia que aquello no era Castellón de la Plana, sino Venecia, pero los elementos de un paisaje y otro son tan parecidos, que tuve como una extraña sensación de rima, de ley de la rima; era ese sentimiento contradictorio, o doble, combinado de gozo y de tristeza, que tenemos al descubrir lo semejante, ya que allí encontramos una prueba de cierta hermandad del mundo, de un lazo fraterno sobre las cosas del mundo, pero también encontramos una prueba de sus limites, de su redondez cerrada e inexorable, de su agobiante perfección. Me sabia en uno de esos momentos cruciales en que dentro de nosotros se cumple algo muy decisivo, algo que se nos manifiesta mas bien como una sordera, como una ignorancia.
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