domingo, 12 de abril de 2009

la flauta magica de no Mozart


Existen dos momentos en los que terminar una obra (o en su defecto lo que te haya salido): uno es cuando ya no podemos aportar más a la misma para su elevación a obra darte y el otro es cuando ya no podemos aportar nada bueno (vamos que si seguimos la cagamos) (ahora mismo no se si estoy diciendo una perogrullada, tontería, o algo por el estilo, pero cuando lo pensé hace 5 minutos os juro que tenía sentido). Comento esto , porque a veces me conformo con lo primero que me sale si acaso intuyo ques bueno; pero según voy progresando en el trabajo, el gusto me va dando pataditas en la espinilla y diciéndome al oído.
- Tío, questo es una mierda¡¡
Y yo se, que lo puedo hacer mejor, o de otra forma; “no lo se”. Pero me da pena rehacerlo pues es como matar lo instintivo. Entonces tengo el truco de ponerme música de la buena – Eric Clapton suele caer con bastante asiduidad - y echándole un par de pelotas manimo y rehago lo echo –porque no quiero decir tapo lo hecho. Y de vez en cuando tengo la fortuna de que me queda de puta madre añadiéndole a esta satisfacción la de haberlo conseguido conscientemente.
Y esto me lleva a pensar y preguntarme:
- Cuándo te sale algo de puta madre por tan solo la causalidad de que suena la flauta - ¿es arte?

Cézanne dejo de dar por admitidos los procedimientos tradicionales de la pintura decidiendo comenzar como si antes de él no se hubiera pintado cuadro alguno

No hay comentarios: