domingo, 20 de diciembre de 2009

tio¡¡ no eches la culpa al café y ponte a pintar

- ¿Que le pasa a Jaime?; le veo abatido y autoflagelante
- Ya veo, ya¡¡ , yo que él me hacía una paja.
- Pero bueno¡¡¡ ¿te has creído que todo el mundo es como tú?
- Tienes razón, lo creo,... digo... lo siento.



- A éste lo ponía yo a cavar zanjas.

Hay días que no soi capaz de pintar; (hay noches en las que me obligo con determinación a obligarme para el día siguiente, de tener ganas y energía y sobre todo voluntad para pintar). Pero hay días que por mucha obligación, ganas virtuales y energía que me imponga, menciendo el ordenador al levantarme para leer los correos mientras desayuno y aluego me dan las tantas y media y no he pintado una puta mierda. Es mas, no he manchado el pincel; que ni lo he sacado de su caja de la porcelana de la desidia, el abotargamiento y la falta de colacao. A veces me digo quel café me sienta un poco mal. No uno, ni dos¡¡, que mesientan de puta madre. Es ya cuando son cinco para ver si me sale la energía aunque sea por el culo y acaso pinto un pedo. Últimamente estoy pensando en la cocaína pero me da yuyu, como todas las drogas fuertes, que parece que lo vas a controlar pero cal final te pueden. Y así me viene la excusa con el café de que - Ayy que mal me siento - Ayyy. Y me pongo a escribir las chorradas sobre arte que se me ocurren. O sobre las mierdas que veo que pasan por la tele o los periódicos.
Aunque para ser fieles a la realidad no creo que sean los cafeses los que me sientan mal (cuando paso del quinto), sino lo que veo mientras me los tomo. Te pones la tele, te lees el periódico, y lo mas normal es que acabes vomitando, ya en forma de bilis mezclada con garbanzos con repollo, o bien con contundentes paridas en mejor o peor estado mental. Todo esto es como le paso a uno de mi pueblo que se llama Guillermo. Sestuvo toda una noche de fiestas del pueblo tomando cubalibres y copas de chinchón. Debía llevar ciento y la madre cuando ya por la mañana que abrían el bar, con un indice etílico del 536% cuando lo máximo permitido creo ques un 2%, se pidió de desayuno unos grasientos y fríos pimientos verdes fritos, y encebollados con un café con leche y ademas del cubalibre que sabía traído de la peña del que le faltaba la mitad. Casí pasó: que se terminó el desayuno y que según él mismo, se fue a acostar que se encontraba un poco mal. Y ya por la noche siguiente, ya echándole de menos, nos apareció en la peña con la cara pálida dun muerto y un mal cuerpo quepaqué. Y es lo que le dijimos:
- Te debieron sentar mal los 325 cubatas.
y lo que él respondió:
- ¿que coño los cubatas? lo que me sentó a ostias fueron los pimientos que debían estar pasados.
Pues algo desto me tiene questar pasando a mí. Así que desde estas humildes y ciberespaciosas páginas quiero hacer un llamamiento a mí mismo, ala concordia de mi cuerpo y de mi mente con el café y aunque hoy me haya dado por no poder hacer mas que escribir pijadas al ordenador de los güevos , creo que no es el café, sino los pimientos por lo que declaro persona mu grata al café y non grata al telediario, prensa y radio; y que decir tiene que os expongo la reflexión de hoy con respecto al arte, y al arte de escaquearse de la sociedad.

aquí tenemos a Guillermo dándose otro atracón de pimientos. Menos mal que esta vez ha decidido acompañarlos con un cortao.

No sólo la influencia de la sociedad sobre el arte sino también la del arte sobre la sociedad puede tener un alcance propiamente estético. El arte puede fijarse un objetivo social y atender a la difusión de determinadas ideas, religiosas, políticas, filosóficas en algunos sectores restringidos, como los cenaculos de iniciados, o amplios, como una clase social, un pueblo, una nación; lo cual no resulta incompatible con la naturaleza del arte, con tal de que tales intenciones y tales funciones no se queden en limitaciones externas sino que se conviertan en posibilidades creativas. No se tarta, en tal caso, de metas que haya que perseguir por medio del arte sino de metas que hay que alcanzar en el arte; de forma tal que no es que el arte llegue a serlo tan solos si alcanza esas metas sino, mas bien, que el arte alcanza esas metas precisamente porque consigue ser arte.
Es cierto que, a menudo, la influencia que ejercen determinadas obras de arte sobre ciertas épocas o pueblos, o incluso sobre la humanidad entera, se debe menos al valor artístico de la obra y a la apreciación consciente de las criticas que al interés objetivo del tema y a la ingenua confianza de los lectores. Se tarta , pues, de una postura que no deja de provocar cierta desconfianza; pero no hay que olvidar que la aprobación que se concede a una obra de arte no es un acto de naturaleza compleja y de unidad indivisible, de forma tal que la atención que se le presta al tema, al relato o al mensaje moral es un testimonio, aunque indirecto, del valor artístico de una obra que ha provocado el entusiasmo de tantos lectores mediante un único aspecto de su realidad estética, y que la apreciación estética, lejos de excluir las diferentes formas de acercarse a la obra de arte y las diferentes maneras, tanto intelectuales como practicas o utilitarias, de gozar de ella, encuentra en ello, mas bien un beneficio de intensidad, profundidad y riqueza. Por lo demás aquello en lo que se ha convertido una obra de este género para una época o para un pueblo o para una nación, se ha incrustado de tal forma en ella que es ya imposible, e incluso inútil, extirparsele; es como una pátina que cambió el rostro original de la obra sin por ello desfigurarlo, ya que solamente lo transforma siguiendo los rasgos de ese rostro, como una interpretación a la vez fiel y creativa.


Por fin la belleza y pureza de los colores luminosos que en un tiempo contribuyeron a la gloria de las vidrieras medievales y de las miniaturas ya no quedaba apagada por las sombras.

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